Mes del Patrimonio: la historia detrás del gran Museo Stom

Deseosos de conocer la historia detrás de 14 mil 700 objetos de colección, llegamos hasta el Museo Stom de Chiguayante. Ahí nos esperaba Tomás Stom Arévalo, su dueño y fundador. Como excepción un día lunes, nos abrió las puertas de su gran tesoro cultural, pero también las de su casa para conocer el trasfondo de lo que comenzó como una colección de estampillas y se transformó en el único y gran museo de la comuna de Chiguayante.

Publicado: 2016-05-25 16:54:52

De padre holandés y madre chilena, Tomás Stom nació en Argentina y a los 10 años migró a Chile. Tiene cuatro hermanas y formó una familia de ocho hijos, veinte nietos y 10 bisnietos. A sus 75 años dice haber vivido más de 100 y con orgullo. Hoy, su mayor legado es la familia y su museo. Con evidente emoción, nos relata los inicios de esta noble afición por la historia. 

“Mi abuela coleccionaba estampillas, mi mamá coleccionaba estampillas y después heredé yo esa colección, y coleccioné con compañeros de colegio cajetillas de cigarrillos, cajitas de fósforos, todo eso, pero llegó un momento en que comencé a trabajar el ramo de óptica, trabajé en la Óptica Schumy de Santiago, y tenían muchos lentes del año 1800 para adelante y le dije a mi patrón que por qué no me regalaba unos”, cuenta Tomás Stom. 

Fueron los primeros ejemplares de una colección de óptica, que hoy supera las cuatro mil piezas y que, tras pasar por todo tipo de lentes, derivó en proyectores de cine, cámaras fotográficas y filmadoras. Pero el deseo de Tomás Stom por guardar la historia a través de sus objetos creció.

“Todo tiene que ver un poco con circunstancias. Como nací en Argentina, siempre fui aficionado a tomar mate, de niño, tomábamos mate en la casa, mis hermanas y yo. Entonces, de repente encuentras un mate bonito, lo compras, y compras otro y este deseo de coleccionar hoy día son 300 mates”, dice mientras apunta su colección ubicada en uno de los extremos del museo.

Lentes, cámaras, mates y hasta carruajes comenzaron a acumularse en la casa del dueño de las ópticas Suiza y Stom, pero el espacio se hizo pequeño.  “Los carruajes estaban bajo techo y mi auto se estacionaba fuera, porque no cabía. Empecé a buscar dónde guardar mis colecciones, encontré esta parcela, me interesaron los galpones, entonces en estos galpones con piso de tierra, que fueron criadero de ave, aquí puse los carruajes y empecé a poner las colecciones más o menos ordenadas”, relata.  

Bastó que se generara el espacio físico para que las colecciones del señor Stom se convirtieran en un atractivo para muchos que llegaban Chiguayante no sólo a visitar a un viejo amigo o familiar, sino sus interesantes y añosos objetos. 
“Me di cuenta que esta colección se convirtió en un problema, porque los domingos había que atender a los amigos, a las visitas y los familiares que venían a conocerlo, y te quitaban parte de la privacidad el día domingo, entonces con mi señora decidimos que lo mejor sería habilitar esto como un pequeño museo”, confiesa. 

Fue así como al mediodía de un sábado de noviembre en 1987, se abrieron al público las puertas del gran Museo Stom de Chiguayante. 600 metros cuadrados de un antiguo galpón dieron vida a siete salas que hoy albergan 30 colecciones, desde aficiones vinculadas a la vida de su fundador, como cerámicas de Holanda, samovares rusos y oficios tradicionales, hasta importantes objetos del pueblo mapuche y la historia nacional en sus diversas épocas.

“Es parte de la identidad de Chiguayante, no cabe duda. Yo creo que todos los habitantes de Chiguayante cuando conocen el museo dicen ‘por Dios, qué bonito lo que tenemos aquí, qué suerte que esté aquí’, porque las comunas, los lugares, necesitan mostrar su historia”, enfatiza con orgullo el fundador del Museo Stom. 

Delegaciones escolares, grupos familiares, historiadores e investigadores han mirado a través de estas vitrinas durante los 28 años de existencia del Museo Stom y el sueño de su fundador es que ese interés se transmita a las futuras generaciones.

“El problema es qué va a pasar cuando yo me muera. Pero un par de días atrás salió aprobada por el Registro Civil la personalidad jurídica de la Corporación Cultural Tomás Stom Arévalo, esa es la entidad que se va a hacer cargo de este museo cuando yo no esté”, asegura con alivio Tomás Stom.

Con esa convicción y tranquilidad el señor Stom enciende su pipa, una de las tantas de su colección, y mira a su alrededor. Sabe que ha construido un importante legado, no sólo para su familia, sino para toda una comunidad y que cada uno de los objetos que guarda en los rincones de su casa y museo se encargarán, cuando ya no esté, de contar la su propia historia. 

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